sábado, 29 de septiembre de 2007

Crónica de una Jornada de Lucha. (2005)

Corría la noche del lunes 6 de junio el 2005, los cinco miembros de la dirección del grupo estudiantil debatíamos que acción concreta deberíamos programar para el día siguiente. La discusión se centro en dos propuestas, en la primera nos planteábamos hacer un cierre definitivo de la vía interamericana, como medida de presión contra la Ley 17 de la muerte; la otra propuesta era hacer un cierre intermitente, con repartición de volantes a los transeúntes.

Sabíamos que el gobierno plutócrata de Torrijos a buscado “satanizar” la lucha del Pueblo, diciendo que solo buscamos la violencia y la desestabilización (el mismo discurso de la doctrina de seguridad nacional yanqui), por eso decidimos hacer un cierre intermitente con volantes.

En la mañana del 7 de junio, pondríamos a prueba nuestra propuesta a la masa estudiantil, al fin y al cabo, solo si ellos apoyan puede haber lucha, la vanguardia propone pero el Pueblo dispone.

La aceptación fue mucho mayor de la esperada, detrás de 16 banderas amarillas con ribetes rojos, iba una multitud de alrededor de 400 estudiantes, que de manera pacifica, iba a hacer sentir su descontento al tirano de turno.

La vía interamericana, a la altura de la UNACHI, es una vía de cuatro carriles, con una isleta divisoria. Al llegar a la calle, el grupo que iba al frente con banderas, fue sorprendido por 20 unidades policiales que los rodearon rápidamente de manera intimidatoria. Los estudiantes dialogamos con uno de los uniformados rasos el cual nos dijo que no podíamos cerrar la calle, pero podíamos quedarnos en el centro, a lo cual accedimos. En pocos segundos llego un superior, el cual nos dijo que tampoco podíamos estar en la isleta, sino a la orilla.

El descontento fue máximo, por el atropello y la prepotencia de las unidades policiales, quienes portaban en las manos las conocidas “esposas”, buscando así amedrentar al estudiantado. Decidimos retroceder a las puertas de la universidad, no aceptaríamos la vergonzosa imposición de los agentes represores. Dejarnos mirando en la acera no sirve, el gobierno lo sabe y el Pueblo también debe comprenderlo.

Nos replegamos a la universidad, conversamos con el estudiantado y les explicamos la situación represiva en la que nos encontrábamos. La respuesta fue unánime, bajaríamos nuevamente, pero frente a la violencia policial no iríamos con las manos vacías.

Dicen que somos los “tirapiedra” pero como pueden ver, nosotros no somos el génesis de la violencia. Es el gobierno con su sordera y sus medidas antipopulares, es la policía con su violencia voraz y su aptitud bravucona.

Frente a esta situación bajamos a pelear por nuestro derecho a protestar, nuestro derecho a presionar a un gobierno soberbio. A pedradas hicimos a las unidades policiales refugiarse tras las escaleras del puente elevado, desde donde nos habían emboscado anteriormente.

Cuando los acorralamos allí, les ofrecimos una tregua, la oportunidad de irse de allí, a lo cual nos respondieron que ellos no habían pedido ninguna tregua.

Mansa y estúpidamente, los policías soportaron 30 segundos más de piedras. Se les había convidado a que se fueran, que el problema no es con ellos, que razonasen porque los ministros, los diputados o sus hijos, no son los que van recibir los golpes. Ni esas, ni otras palabras surtieron efecto, parece que en la “Academia” les enseñan a ser robots, que no comprenden razones, solo ordenes. No recuerda a su familia y amigos pobres como ellos, sólo piensan en sus jefes ricos, como dijo uno de ellos al dar una orden, “el ministro Héctor Alemán dijo que no pueden estar aquí”

Con nuestras piedras les respondimos, ¡que mierda nos importa lo que diga el ministro! En medio de consignas los hicimos retroceder y la masa estudiantil que seguía a la vanguardia se tomo libremente la calle. Entre consignas y cantos, jóvenes eufóricos y muchachas hermosas, el Pueblo universitario se sintió dueño de su voz, y solo cuando el Pueblo habla y decide su destino, existe democracia (no cuando decide su verdugo en las urnas).

Tras unos tres minutos, todo cambio, llegaron refuerzos policiales por otro frente y la retirada para esa juventud, que antes celebraba su democracia de hecho, fue terrorífica.

Llegaron las balas de goma, con pintura, los perdigones, las bombas lacrimógenas; pero se encontraron con resistencia y la lucha duro alrededor de tres horas y media más, en las cuales, pese a su superioridad de implementos, los represores retrocedieron varias veces.

Sólo había tres biombos entre todos los estudiantes que combatían, no había cócteles molotov. Esa es una prueba más, de las intenciones pacificas de los estudiantes.

Piedras contra balas, luchando por la vida y la prensa solo piensa en los “terceros” afectados.

Ningún sector popular esta desestabilizando el país, el gobierno lo hace imponiendo su versión de democracia. La democracia de la burguesía, es para el Pueblo tiranía.

lunes, 24 de septiembre de 2007

viernes, 21 de septiembre de 2007

Los y las jóvenes frente a la desigualdad y la exclusión en Centroamérica

Las causas principales de la desigualdad y la exclusión en Centroamérica, se encuentran en la aplicación de un modelo económico que privilegia la dependencia nacional frente al capital imperialista, la explotación del trabajo obrero y campesino frente al poder del capital privado y la reducción de las responsabilidades del Estado, a un punto mínimo, desplazando el Estado keynesiano, por un modelo neoliberal en estado salvaje.

Esta desigualdad y exclusión social se manifiestan en la falta del servicio de salud para millones de jóvenes y sus familias, educación pública ineficiente, de poca cobertura y enajenante. Programas de Seguridad ciudadana que criminalizan a los y las jóvenes de pocos recursos, que en general criminalizan la pobreza.

El modelo económico capitalista dependiente, impone a las y los centroamericanos pobres y trabajadores, condiciones de explotación miserables, son víctimas de la competencia entre las burguesías dominantes, que buscan reducir los Derechos Laborales al mínimo para atraer a la “inversión” extranjera.

La población joven, en todo este escenario, se encuentra en una vulnerabilidad mucho mayor, pues entre servicios públicos deficientes y enajenantes y las medidas de seguridad estrictamente represivas, los y las jóvenes son arrastrados a la perpetuación de su condición de dominados y explotados.

Las consecuencias de la apertura de los mercados económicos en la región, por efectos de la denominada globalización, ha venido a profundizar la desigualdad. Privatizaciones, liberalización de precios, institucionalización bajo un barniz democrático de la mafiocracia han sido sólo algunos de los efectos del totalitarismo globalizador.

El Estado, como instrumento controlado por las clases dominantes, ha jugado su papel como ejecutor de la política económica capitalista. Ha creado leyes antipopulares, ha impuesto su ejecución con el instituto armado, ha garantizado la permanencia de su plan con la alternabilidad de sus partidos.

Porque no nos llamemos a engaño, ni vayamos a retroceder en la teoría política, el Estado no es un ente por encima de las clases sociales que luchan dentro de la sociedad. El Estado en nuestros países esta controlado por una clase social, la dominante, la burguesía, que además de controlar el poder político a través del Estado, controla el poder económico y los instrumentos de dominación ideológica, como lo son los medios de comunicación y los sistemas educativos.

Al Estado no le corresponderá jugar un papel diferente, mientras los y las trabajadores, campesinos y demás fuerzas progresistas, no sean los ejecutores reales del poder soberano.

El papel de los partidos políticos progresistas en Centroamérica, ante esta crítica situación, ha sido tan desigual, como lo son las mismas situaciones particulares de cada país.

En el caso de Panamá, nuestro país, no tiene ningún partido político electoral progresista -dígase alto y claro- para los que se confundan con etiquetas. La aplicación del modelo económico neoliberal ejecutado por todos los actores políticos electorales, es una de las tantas pruebas.

El movimiento popular, frente a la desigualdad y la exclusión social, ha atacado sus raíces profundas y ha ofrecido dura resistencia frente a cada intento de profundización de este modelo injusto. Pero la falta de unión, ha demostrado ser el principal factor que ha limitado pasar del plano contestatario a la acción propositiva conjunta, rumbo a la toma popular del poder político y económico del Estado.

En Panamá, las organizaciones populares deben plantearse unir puntos comunes mínimos, aglutinar esfuerzos, construir poder popular desde las bases mismas de la comunidad, centros de trabajo y estudio, abrir espacios de participación y acción popular, frente a la falta de espacios institucionales, que están en la actualidad reservados al sostenimiento del actual sistema, que general desigualdad y exclusión.

Los y las jóvenes, son principales en este esfuerzo, como actores principales los que ya luchan y como sujetos a ser incorporados a la edificación de su propio destino, aquellos que se mantienen en la indiferencia.

Sin la participación beligerante de la juventud, es inconcebible, la consecución de cambios sociales reales y profundos.

El dilema

El desprecio por la teoría, es el preludio del fracaso o del reformismo claudicante.
La teoría, sin práctica consecuente, es superficial contemplación.
-LCR

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Idiota


La palabra idiota deriva del griego idio (propio), para luego conformar la palabra idiotez, que era el término por el cual los antiguos griegos llamaban a los ciudadanos que, como tales, poseían derechos, pero que no se ocupaban de la política de sus polis, o sea que eran personas aisladas que ignoraban asuntos públicos, sin nada que ofrecer a los demás y obsesionados por las pequeñeces de su casa y sus intereses privados.

Es normal que las personas con “sentido común” repitan palabras aunque desconozcan el origen de su verdadero significado. En algunos casos, aunque parezca raro, su origen tiene mucho más contenido político del que aparenta y quienes utilizan esa palabra, aunque sin saberlo, son poseedores de dicho adjetivo. Decir que el mundo está lleno de idiotas, puede parecer soberbio. Por su parte, afirmar que los idiotas son una inmensa mayoría suena sectario. Sin embargo, si a la mayoría se le pregunta por su identidad describiendo la definición de esta palabra pero sin mencionarla, no habría dudas que la mayoría respondería que si, que afirmativamente es idiota.

Tomado de Argentina Indymedia, 22 de julio de 2007.

Autorretrato

Mayo 17 de 2004.

Crea un futuro
que se cae
con la misma velocidad
que se construye.

Vive sólo por las esperanzas
aunque no crea en ellas
y busque iluso la fe.

Sofocado, delirante
busca un sombra
bajo un árbol sin hojas
y busca la luz tierna en su Sol.

Cree en la revolución socialista
aunque sea poco sociable,
detesta a los moderados
en su vida poco agitada,
el fútbol a su alma
da impulsos de libertad
y en la cancha
las bocanadas de aire
se pierden en respirar asmático.

Se ve sólo y esta aislado
solo su Sol con el
solo su esperanza
que quiere llegar a ser fe
solo resistir o morir
solo eso.

Luis Calvo Rodríguez

viernes, 14 de septiembre de 2007

Medidas incompletas


La sangre mancha a diario nuestras calles, diarios y televisión, los noticieros de fin de semana se hacen desde las salas de urgencia o desde las salas de guardia de los cuarteles policiales, donde humildes panameños se debaten entre ser víctimas o victimarios. En este drama, junto al término política criminal, sobresale el concepto de seguridad ciudadana, como un momento que se aspira a lograr.

Con la seguridad ciudadana se busca proteger los bienes jurídicos de los miembros de un colectivo social, protegerlos de las acciones cometidas por individuos de ese colectivo social, acciones que son consideradas por el Derecho Penal como típicas y antijurídicas.

Así, las instituciones del Estado encargadas de establecer las leyes, deciden qué conductas son delictivas y cuáles no, cuáles son consideradas graves y cuáles leves. Cabe preguntarse en este punto, ¿las instancias encargas de legislar, representan los intereses de la mayoría del colectivo social?

Estas instancias muchas veces confunden el concepto amplio de seguridad ciudadana, con el de “seguridad nacional” concepto que estuvo en boga entre las élites sociales y las cúpulas militares latinoamericanas entre los años ’60 y ’80 del siglo pasado. La doctrina de seguridad nacional hace énfasis en la defensa del status quo explotador y represor, y coloca como sujeto activo de las conductas delictivas al denominado “enemigo interno” o sea, a todo aquel que se oponga al dominio del poder dominante.

Esa doctrina tiene sus ecos en las actuales leyes antiterroristas que buscan criminalizar la protesta social y la militancia política revolucionaria comprometida. Casos recientes en Centroamérica los vemos en El Salvador donde una decena de mujeres están siendo procesadas por terrorismo, por oponerse activamente en las calles a la privatización del servicio público del agua o en Panamá, donde las víctimas del sicariato sindical y de la represión gubernamental son los procesados por el sistema de justicia, mientras que se promueve la impunidad de los agresores.

La seguridad ciudadana en Centroamérica, incluido nuestro país, se ha debatido entre dos posturas, ambas de las clases dominantes gobernantes. Por un lado, la aplicación de la doctrina de seguridad nacional contra los actores políticos revolucionarios y por otro lado la represión pura y dura contra la delincuencia que pulula en los barrios marginales de nuestras ciudades.

Aplicación de medidas y operativos como “Mano Dura”, “Súper mano Dura” y “Tolerancia Cero” donde se realizan acciones contra los sectores populares, se aumenta el hacinamiento de las superpobladas cárceles y nada se hace sobre las razones profundas que provocan la criminalidad.

Estas acciones son avaladas y aplaudidas por los medios de comunicación empresariales cómplices, que crean opinión pública favorable hacia medidas que no atienden el fondo del problema.

La aplicación de esta política criminal que no contribuye a la seguridad ciudadana, es reflejo del carácter clasista del Estado dominado por la burguesía empresarial, que ve la pobreza y la marginación como algo tan natural, como la noche y el día. Del mismo modo, las clases dominantes gobernantes han criminalizado la pobreza, las cárceles están llenas de pobres, de barrios marginales y campos, que han sido llevados a esa situación miserable, por la aplicación despiadada de la política económica capitalista.

Según el capitalismo, todos ganamos, los que poseen los medios de producción y se quedan con las ganancia de decenas, cientos o miles de trabajadores; y también ganamos los millones de trabajadores que sólo tenemos para ganarnos la vida, nuestra fuerza de trabajo. Por lo tanto, según los agentes de este sistema injusto y socialmente insostenible en el tiempo, todo aquel que delinque, lo hace simplemente porque es un inadaptado social, lo hace por su voluntad, nada tiene que ver el entorno social en que ese individuo se ha desarrollado.

Partiendo de una perspectiva revolucionaria, todos los individuos, somos producto de nuestra experiencia, la cual esta condicionada por el entorno social en que hemos crecido, eso explica primeramente, porque las posibilidades de los y las pobres de llegar a ser procesados y condenados judicialmente es mayor.

Seguidamente, los encargados de establecer las conductas típicas y antijurídicas en nuestro Derecho Penal, los diputados, son parte del engranaje político explotador de las clases dominantes. Por lo tanto, los delitos cometidos por los pobres serán perseguidos y condenados con mayor severidad, mandando a sus infractores directo y sin escalas a las prisiones que no reúnen medidas mínimas que protejan los Derechos Humanos; mientras que los denominados delitos de cuello blanco, son tratados de manera leve y dejando puertas legales de escape a sus infractores. ¿Cuántos politiqueros o empresarios corruptos pueblan nuestras cárceles? ¿Cuántos asesinos de la dictadura militar y sus cómplices civiles han pagado por sus crímenes contra el pueblo panameño?

Si la burguesía empresarial tiene el control económico y político, es natural que las leyes estén hechas a su medida, mientras que el pueblo pobre y trabajador, va al paredón, víctima de la delincuencia común, de la persecución de fiscales y ejecución de los tribunales.

Algunos sectores autodenominados progresistas, ven en la protección de la seguridad jurídica, la panacea que dará una seguridad ciudadana integral. Creemos, que los y las pobres no tienen las medidas mínimas para hacer frente a los procesos penales presentados en su contra. Mientras los y las integrantes de las clases dominantes tienen a su disposición los mejores abogados que puede ofrecerles el mercado local, los y las pobres sólo cuentan para su defensa con las defensorías de oficio, y los mismos muchas veces están condenados antes de ser procesados, por los medios de comunicación que hacen negocio con la tragedia de los marginados.

El tener un sistema judicial eficiente, reduciría la situación deplorable que viven los y las pobres frente a los sistemas judiciales, pero de ningún modo reducirían los niveles de criminalidad, tan sólo darían una mayor certeza sobre la exactitud de la condenas.

Otra medida que puede ser un paliativo eficiente, es la creación de sistemas penitenciarios que verdaderamente tengan como objetivo la resocialización del procesado o condenado, dividiendo a los detenidos según su condición legal, su peligrosidad, estableciendo tareas productivas a los reclusos, colocando custodios civiles, entre otras medidas tendientes a preparar al individuo para una vida en legalidad.

Estas medidas son incompletas, pues el sujeto al volver a su entorno social vuelve a encontrarse con situaciones de marginación y pobreza que inicialmente lo llevaron a delinquir y a ser privado de su libertad.

De igual forma, las medidas represivas, incluidos los aumentos de pena, poco ayudan a disminuir la delincuencia, como ya se ha comprobado en muchas sociedades que tienen la pena de muerte.

La pobreza y sobre todo la marginación, son los detonantes de delincuencia y de la inseguridad ciudadana, en una sociedad que vive normalmente con la injusticia social, será también normal el crecimiento de la violencia común, estatal y política, la respuesta contundente de los movimientos progresistas y revolucionarios frente a esta problemática, debe ser la transformación de nuestra sociedad, crear una sociedad que satisfaga las necesidades básicas de todos los individuos, justicia, educación y salud igual para todos.

-Luis Calvo Rodríguez
Publicado en Kaos en la Red

viernes, 7 de septiembre de 2007

Soledad inapelable

Es difícil no tener la opción, de ni siquiera tener la debilidad de presentarnos humanos, y eso que luchamos por humanizar la sociedad en que vivimos.

Porque es muy humano, un día abrir los ojos y querer mandarlo todo a la mierda, porque es humano sentirse diminuto ante la tarea titánica de cambiar el mundo, prácticamente sólo, porque ni entre los propios camaradas nos entendemos.

Pero después de lavarnos la cara, toca respirar profundo, llenarse de fuerza y recordarnos que desde que optamos por la primera línea de fuego, abandonar el puesto es deserción y traición, y eso no nos lo permitiremos, así nos cueste la salud de mente y cuerpo.

Más que los dolores físicos, esta la indiferencia rampante, ver como los que nos rodean, cada vez son menos prójimo, son cada vez más ellos mismos, tributo a la apatía, a la ignorancia y con cada paso son una soledad más inapelable.

En fin, ese es el día a día al que debemos enfrentarnos, desde que nos dimos cuenta y decidimos hacer algo más que sólo pastar mansamente.

jueves, 6 de septiembre de 2007

El Rey Juan Carlos, continuación del Fascismo Español

Para ver el documental completo, haga click aquí: MEMORIA, DIGNIDAD Y LUCHA.

Justificándome

"No importa cuán revolucionarias puedan ser las ideas que un hombre tenga; si no vive en una época histórica de revoluciones, aquellas ideas quedan en la mente del hombre y nada más. Por eso ningún hombre se puede atribuir el merito de una revolución, porque una revolución es fruto de un conjunto de factores, y tu tienes el privilegio de ser revolucionario si naciste en una época en que se podía ser revolucionario. Viene a ser muy poco lo que el hombre pone en todo eso."

-Fidel Castro