martes, 28 de agosto de 2007

La paz de los sepulcros

El Estado tiene el monopolio de la violencia, esta es la teoría vigente en nuestras instituciones, como medio para mantener el control social. Esta teoría es fácil de aceptar, tal cual, si consideramos de manera fácil, que el Estado es un ente por encima de todos, que tiene el objetivo de crear una paz armónica.

Pero el Estado, a través de la historia, ha asumido un papel en el cual siempre ha tomado partido, para sostener la dominación de una clase sobre otra. ¿O acaso los Estados de Roma o España en la antigüedad esclavista, fueron imparciales contempladores ante al sometimiento del esclavo frente al amo?

Nuestra democracia, la de hoy, tiene apellido, como aquella que reconoció el esclavismo en la antigüedad, hoy tenemos una que reconoce como natural que unos tengan demasiado frente a la necesidad de la mayoría, democracia que reconoce la explotación del capital.

En Panamá, a través de nuestro período republicano, la represión del movimiento popular, ha estado siempre presente y el Estado ha jugado su papel de defensor de los intereses privados. La represión de la huelga inquilinaria, del movimiento contra el Filos-Hines, el 9 de enero, resistencia antimilitarista. Los ejemplos son abundantes.

En la actualidad, el movimiento popular –incomódele a quien le incomode, con sus virtudes y defectos- tiene su pilar fundamental, en SUNTRACS y FRENADESO, estos son continuación histórica, de la permanente lucha de resistencia del pueblo.

El papel de este gobierno en la actual crisis desatada por la inseguridad laboral, el amarillismo y el sicariato sindical, demuestra que no hay un asomo de imparcialidad en su proceder.

Los asesinos se pasean libres, vendiendo los derechos de los asalariados y convirtiendo su impunidad en gran espada de Damocles sobre aquellos que se atreven a defenderse. Las victimas, los mártires obreros –Osvaldo y Luiyi- y su dirigencia, pasan a ser los culpables, en este increíble mundo al revés.

¿De quién es la agenda oculta? El movimiento popular, siempre ha luchado con la cara al frente: Por mejores condiciones para los trabajadores y trabajadoras a corto plazo; por una sociedad liderada por trabajadores y trabajadoras, como proyecto histórico de nuestra clase social. ¿Porqué tanto morbo ante esta propuesta? ¿Nos resulta más obvio y natural que todos nuestros líderes sean acaudalados empresarios, que poco tienen que ver con nuestro sufrido pueblo?

La agenda oculta esta del lado gubernamental, que detrás del asesinato de líderes obreros, de la impunidad de los criminales y de la orden de detención del líder obrero Saúl Méndez, busca quitarse del camino a su única genuina oposición: el movimiento popular panameño.

Lo más peligroso de esta coyuntura: El silencio de muchos de los sectores populares, recuerden, hoy es SUNTRACS y FRENADESO el objeto del odio oligárquico, pero nadie estará exento de esta creciente ola represiva, pues el deseo del poder dominante, es la implantación de una paz de los sepulcros, de autómatas que asientan pasivamente cada aumento de los alimentos, la electricidad, cada medida que aumente sus ganancias.

A todos corresponde, no solo a los reprimidos de hoy, esclarecer, denunciar, orientar y resistir, la implantación de este reino de la apatía y la resignación.

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